El nuevo paradigma económico es la economía intangible o economía de lo intangible, que en inglés llaman Intangible Economy. Como no podía ser de otra manera tiene un correlato financiero que está cambiando todos los patrones, empezando por los nuevos modelos de negocio tecnológicos y digitales, pasando por los hábitos de consumo de los usuarios, la generación de ecosistemas y grupos sociales y finalizando en su impacto en los mercados financieros (todo está cambiando).
Al final del todo tenemos a los estados con su contabilidad nacional (medición del PIB y crecimiento), empezando a comprender que esto de los activos intangibles tiene una importancia enorme, porque la mayor parte del inmovilizado de las empresas es ya intangible, el valor que crean es cada vez mayor, pero es muy difícil de medir, porque la naturaleza del activo intangible es muy diferente al de los bienes tangibles. De hecho hay un problema con la contabilidad, sobre todo la contabilidad nacional para recoger adecuadamente su valor. En la contabilidad financiera de las empresas se recoge en la NIIF 38 de activos intangibles (IFRS 38 Intangible Assets) pero no es suficiente.
Activos intangibles
Los activos intangibles podemos clasificarlos en tres grupos, datos estructurados, marca / patentes y talento. Digamos que la segunda categoría, la de marcas y patentes (brand intangible assets), es la más conocida y está bastante bien cubierta por la regulación, de hecho es un campo casi exclusivamente jurídico (derechos), pero la valoración de los datos estructurados, el talento y los nuevos activos digitales, que son un tipo de datos estructurados con algo más, está abierta y es nueva.
Contabilidad
Los requisitos de la normativa contable para considerar un activo intangible como activo (inmovilizado o intangible capital) y no como gasto (cuenta de pérdidas y ganancias) que deben tener capacidad (al menos potencial, si no se deteriorar) para generar beneficios económicos futuros. Aunque el Plan General de Contabilidad tiene su normativa su norma de reconocimiento, registro y valoración, requiere de un desarrollo mayor. Mi opinión es que trata de una contabilidad de gestión, esto es, contabilidad financiera más otro tipo de información que nos lleve a su correcta valoración, registro y seguimiento, dado que solo con la norma de valoración es un saco, un totum revolutum con unas normas de amortización de activos intangibles muy rígidas (esto es mucho más que el fondo de comercio o goodwill y los programas informáticos).
Mi visión es que cada consultora desarrollará su propia metodología, que es lo que ocurre con la valoración de marcas.
Naturaleza intangible
Una definición tradicional nos diría que los activos intangibles son bienes pertenecen (o son generados) a una compañía y no pueden ser percibidos físicamente ni almacenados y aunque no se pueden tocar ni ver aporta valor a la empresa. Sin embargo, el significado de Intangible va muchísimo más allá.
La valoración de activos intangibles es un tema apasionante, y nuevo, que por supuesto vamos desgranando en este blog. La tangibilidad o naturaleza intangible, que se extiende desde lo digital a lo psicológico lo domina todo y debemos desarrollar una metodología que lo mida de manera adecuada y nos permita comprender como cambia los modelos económicos y su impacto en lo financiero.
¿Cuáles son los activos intangibles de una empresa?, ¿y los de una persona?
Algunos ejemplos de activos intangibles son: ideas y conocimiento sobre actividades, competencias, know-how sobre procesos de fabricación, diseño, patentes, marcas, educación (desarrollo y metodología de conocimiento), bases de usuarios, tecnologías para mejorar procesos. Hay muchas otras.:
¿Cómo contabilizar un activo intangible?, ¿cómo medirlo?, ¿qué es un intangible? Y lo más importante de todo: cómo los gestiono (gestión de activos intangibles).
Con estas y otras cuestiones analizamos el nuevo paradigma económico, que tiene un fuerte componente intangible y el valor que se crea en los nuevos modelos que surgen y cómo se mide (valor financiero).
Estamos viviendo una época de transformación económica radical: modelos de negocio, soluciones, servicios o productos. Todo está cambiando, también las profesiones.
Vemos cómo casi todo se está volviendo más fácil de conseguir, más fácil de resolver, más rápido, más barato.
En otras palabras; profesiones completas se están comoditizando, se están volviendo productos fáciles de conseguir, instantáneos y de bajo coste (baratos).
Las tecnologías necesarias para poner a funcionar una empresa, por muy sofisticadas que sean, ya han entrado en esta comoditización. El capital es abundante gracias a nuestros amigos de los Bancos Centrales, aunque su asignación sigue sin ser eficiente. Capital financiero, capital tecnológico… y ¿el capital humano?
Hace unos días se publicó en Project Syndicate un artículo titulado «¿Las tasas ultra bajas pueden ser contractivas?» donde se analizaba la causalidad entre tipos de interés bajo y pérdidas de productividad + concentración.
Me llamó mucho la atención porque me vino a la mente una de las paradojas que se está dando en la economía digital, que cada vez es mas evidente, y que nos lleva al mismo punto: la hiperconcentración y los nuevos oligopolios que se están construyendo. Luego volveremos sobre esto.
El lenguaje humano y su uso para comunicarnos es, con toda probabilidad, el elemento evolutivo que más nos ha hecho destacar sobre el resto de las especies, para sobrevivir y progresar. Desde que nos comunicamos contamos historias, siempre lo hemos hecho y lo seguimos haciendo. Las formas de comunicar han ido cambiando pero las historias son siempre las mismas, y la necesidad de compartirlas también.
Una narrativa o narración es una historia sencilla que expresa de manera simple un hecho que mucha gente quiere integrar en su conversación, ya sea en un cara a cara, en las noticias o las redes sociales, porque puede ser usada para estimular preocupaciones o emociones de otras personas o porque tiene interés sobre uno mismo.
Si le preguntas a la gente sobre su filosofía de vida o sus objetivos y metas, es muy difícil que te respondan, tienen que pensarlo mucho, pero si les das la oportunidad de que te cuenten alguna historia personal, inmediatamente te cuentan todos sus valores, lo que es importante para ellos y hacia dónde van. Es algo natural. Los antropólogos y etnólogos que han estudiado el comportamiento de diferentes tribus han constatado que existe un «universal», que todas ellas utilizan narrativas para explicar cómo son las cosas y cómo se tienen que contar (esas cosas).
De todos los trabajos que realizo, valorar empresas de entornos creativos es sin lugar a duda lo que más me gusta. Un poquito más abajo veremos qué engloba «valorar» en empresas de esta tipología.
Una empresa creativa ¿para qué quiere saber su valor? Fundamentalmente para tres cosas:
Buscar socios porque necesitan capital, pero sin perder el control y sabiendo realmente lo que valen,
Para venderla, y
Trocear procesos creativos generados internamente y que pueden vender a otra empresa, porque en caso contrario mueren.
La primera pregunta que te puedes estar haciendo es, ¿qué es una empresa creativa?
Sin acudir a ningún manual ni definición consensuada, bajo mi experiencia en Uncommon Value* una empresa creativa es aquella que innova creando nuevas soluciones. Punto. No tiene por qué ser del sector tecnológico ni digital, aunque cada vez es más común que pertenezca en cierta medida a estos sectores, puede ser incluso una empresa tradicional, hay de todo. La creatividad, junto con el tiempo y la energía, son los grandes recursos escasos. Los tres siempre han sido escasos, pero la creatividad cada vez es más importante en una economía más tecnológica, interconectada, automatizada y llena de ruido; en donde se industrializa y paquetiza todo, allí será más necesaria que nunca.
La tecnología creativa es una disciplina en expansión que combina computación, diseño, arte y humanidades.
Estamos hablando, por ejemplo, de agencias creativas digitales, agencias de experiencias sensoriales, ecosistemas de talento, bases de datos aplicadas a nuevos usos, branding en diferentes entornos, inteligencia emocional, diseño en todas sus vertientes (también diseño gráfico) o nuevos procesos industriales.
Una de las grandes paradojas de la nueva economía, del nuevo paradigma económico que nos toca y tocará vivir hasta el fin de nuestros días, es que cada vez va a ser más importante la parte artesanal; en los procesos de valoración se requieren mayor comprensión de los riesgos de mercado, de la incertidumbre de las ideas y de los lenguajes simbólicosque definen el significado de las soluciones; eso que llaman narrativas, pero que es mitología 2.0.
Vamos a hacer un pequeño análisis de una de las empresas que hasta hace poco formaban parte del índice “Uncommon IPO Index”, para ver qué tipo de empresas están dentro, su desempeño, su lógica subyacente y qué cosas aportan en términos de rentabilidad/riesgo en una cartera de inversión.
‘GoDaddy Group, Inc’ es la empresa líder de registro de dominios en Internet y alojamiento web. Se fundó en 1997 y tiene su sede en Arizona (EE. UU.). Tiene 77 millones de dominios registrados (gestionados) y 18 millones de clientes en todo el mundo.
En el mundillo del blogging es muy conocida porque tiene los planes de precios más baratos del mercado.
Para el índice ‘‘Uncommon IPO Index’ era una empresa que, a nivel cualitativo, cumplía los requisitos de empresa innovadora y había pasado todos los filtros de nuestra taxonomía. No voy a aburrir con literatura value a este respecto.
Uno de los frentes donde se experimenta la importancia creciente del conocimiento dinámico, la actividad psicológica y la innovación es en los procesos de valoración (financiera). Lo intangible tiene cada vez más peso en las empresas, esto produce una dificultad para la persona que quiere estimar el valor de la empresa o la actividad en cuestión, puesto que introduce nueva incertidumbre.
La incertidumbre añadida tiene, al menos, dos orígenes:
1. La propia naturaleza de lo intangible. Lo tangible se valora por su «valor razonable» o «fair value», que básicamente tiene dos vertientes, el precio de transacción si se ha adquirido (coste de adquisición) o por su coste de producción si se ha generado internamente. Así lo estipulan todos los estándares contables y de normativa financiera y son las dos vias que existen. Las unidades de medida son «tangibles», físicas, se han dado, han sucedido. Sin embargo, en lo intangible esto no suele ser así, o al menos no sucede siempre.
¿Cómo valoramos una idea que está resolviendo un problema?, ¿cómo cuantificamos ese problema?, ¿cómo medimos su potencial?, ¿cómo incide en la reducción de costes?, cómo reduce la propia incertidumbre de la compañía?
2. La flecha del tiempo. El segundo tipo de incertidumbre viene del hecho de que lo intangible, de suyo, hace referencia a lo potencial, al futuro, más que a lo sucedido, al pasado o el presente. Esta es una incertidumbre de «escenario» que no suele suceder en lo tangible.
Gestionar dinero, activos financieros, es básicamente una tarea de reducir la incertidumbre al máximo.
Siempre hay una parte que desconocemos o al menos donde sabemos que tenemos limitaciones. Es lo que en la filosofía de inversión value se denomina «zona de competencias». Al delimitarla ya estás reduciendo incertidumbre.
Esta es la diferencia fundamental entre la gestión activa y la gestión pasiva, que tristemente ha derivado en «más barato o más caro» o «más diversificado o menos diversificado». Si levantamos el velo y tenemos experiencia de campo, comprendemos que la diferencia fundamental es otra:
1) La gestión activa reduce la incertidumbre para centrarse en lo certidumbre (competencia), que es donde tiene probabilidad de ser rentable y ganar al mercado.
2) La gestión pasiva da por hecho que el gestor (uno mismo) es incapaz de reducir esa incertidumbre y, en lugar de reducirla o apartarla, lo que hace es abrazarla e introducirla en su sistema de inversión, diversificando al máximo entre diferentes activos descorrelacionados. Matizaremos esto luego.
En el último año me ha tocado realizar trabajos de valoración financiera de empresas estadounidenses. La valoración mercantil es la parte que más me gusta de toda mi etapa centrada en la auditoría de cuentas. Que te cayera un trabajo de valoración financiera, por muy complejo que fuese, o, aunque se atisbase un proceso judicial, aun así, era un estímulo.
Este año me ha tocado, pero en empresas estadounidenses, no cotizadas y cotizadas.
La suerte de haber estado tantos años analizando y picando dato sobre miles de cuentas anuales es que tienes una herramienta de análisis muy potente y sobre todo una metodología que te permite empezar en una excel en blanco y construir desde cero el modelo de valoración que necesites, sea lo que sea que tengas delante. Así es como trabajo, leo detenidamente toda la información y creo el modelo desde cero en cada nuevo trabajo sin copiar uno previo, para cuantificar y tomar decisiones.
Mención especial tiene la memoria económica, que no se lee nadie y es donde está la chicha: qué se dice, cómo se dice, lo que no se cuenta y cómo no se cuenta.
La estructura es siempre la misma, aunque la normativa sea diferente. En Europa utilizamos las Normas Internacionales de Información Financiera, en su acrónimo NIIF y su acrónimo en inglés IFRS → Interational Financial Reporting Standard.
En Estados Unidos utilizan las USGAAP → United States General Accepted Accounting Principles.
Un libro es la mejor microinversión que existe. Con 10 euros puedes hacer una gran inversión. En conocimiento. Y no solo hablo de conocimiento acumulado, al estilo «voy a saber, voy a memorizar», sino un conocimiento que nace de una pequeña transformación. Una reflexión, un acto de autoconciencia.
No existe un elemento en el mundo, un accionador más salvaje que un pequeño libro.
A pesar de las redes sociales, los smartphones, Youtube y todo lo que se ha desarrollado con Interntet, no hay nada que suplante al libro. Incluso aquí hay que hacer una distinción entre el libro físico y el libro electrónico.
Una startup es por definición una empresa de reciente creación diseñada para crear nuevos productos y servicies que se mueve en la incertidumbre extrema. No tiene histórico de datos financieros y se enfrenta a un futuro inmediato completamente incierto.
Determinar el valor de una de estas empresas es sumamente complejo. En la mayoría de las ocasiones es imposible desde un punto de vista objetivo.
El método de valoración idóneo es el de descuento de flujos de caja; una empresa vale el dinero que es capaz de generar. La idea es sencilla. Pero incluso aquí la valoración tiene un componente subjetivo alto ya que la mayor parte del valor depende de la renta permanente (el último flujo calculado a futuro), que depende de las tasas de crecimiento y descuento de esos flujos.
Este método presenta dos exigencias:
– Necesitas tener un histórico de información de x años
– Además, esa información debe ser de calidad.
Como he señalado, en las startups no tenemos un histórico, pero es que la mayoría de pymes que si lo tienen tampoco podemos aplicar con fiabilidad este método pues la calidad de la información es mala. Suele ser escasa, la contabilidad presentada suele estar llena de errores y generalmente manipulada.
Si los datos base son erróneos, la valoración a futuro va a amplificarlos.
Cuando se da este caso tenemos que acudir a otros métodos de valoración, generalmente el valor patrimonial contable con algunos ajustes.