Reduciendo incertidumbre. La profesión.

Gestionar dinero, activos financieros, es básicamente una tarea de reducir la incertidumbre al máximo.

Siempre hay una parte que desconocemos o al menos donde sabemos que tenemos limitaciones. Es lo que en la filosofía de inversión value se denomina «zona de competencias». Al delimitarla ya estás reduciendo incertidumbre.

Esta es la diferencia fundamental entre la gestión activa y la gestión pasiva, que tristemente ha derivado en «más barato o más caro» o «más diversificado o menos diversificado». Si levantamos el velo y tenemos experiencia de campo, comprendemos que la diferencia fundamental es otra:

1) La gestión activa reduce la incertidumbre para centrarse en lo certidumbre (competencia), que es donde tiene probabilidad de ser rentable y ganar al mercado.

2) La gestión pasiva da por hecho que el gestor (uno mismo) es incapaz de reducir esa incertidumbre y, en lugar de reducirla o apartarla, lo que hace es abrazarla e introducirla en su sistema de inversión, diversificando al máximo entre diferentes activos descorrelacionados. Matizaremos esto luego.

La gestión activa se basa en su capacidad de reducir incertidumbre, conocimiento.

La gestión pasiva se basa en su capacidad de sacar partido de dicha incertidumbre, desconocimiento.

Ninguna es mejor que la otra en términos absoluto. No es binario. Cada una ofrece ventajas y desventajas. Por su puesto si tienes capacidad de combinarlas de manera adecuada, el resultado es mejor que cada una por separado.

Pero ese, de hecho, es otro ejercicio de reducción de incertidumbre.

Lo incierto es lo que no se conoce y además no se puede cuantificar. El riesgo es un tipo de incertidumbre, aquella que se puede cuantificar. Una parte de ese riesgo se mide mediante la volatilidad, que es la variación en los precios del activo y su intensidad, pero esta solo es una parte del riesgo; el movimiento externo del precio.

Esquematizando los tres conceptos tenemos que, medimos una parte pequeña de la incertidumbre mediante la volatilidad.

INCERTIDUMBRE > RIESGO > VOLATILIDAD

Una de las ventajas del gestor activo bueno, es que conoce el riesgo del activo, a nivel pasivo nos quedamos en la volatilidad. En ese sentido lo activo es mejor que lo pasivo, lo que pasa es que como lo pasivo es más barato, a nivel de esperanza matemática en el largo plazo, reduce esa diferencia de conocimiento vía rentabilidad por el menor coste, y recorta esa deficiencia.

La virtud de lo pasivo reside en su defecto; el desconocimiento.

La única manera de comprender esto de verdad es ponerte a prueba a ti mismo, poner a prueba tus estimaciones, tu concepción de lo incierto, cómo abrazas o evitas la incertidumbre. Todo ello tiene resultados, muchas veces negativos otras positivos, pero es la única manera de aprender, entenderlo y tomar un posicionamiento y decisiones que te permitan gestionar tu dinero.

Y si no eres capaz, también habrás aprendido; en ese caso mejor delegar la gestión, o parte de ella o hacer una combinación.

Siempre ganas, desde el punto de vista de lo incierto.

El punto de vista de lo incierto es una de las claves para todo, pero sobre todo para la gestión financiera personal. O gestión financiera a secas. En una empresa sucede lo mismo. También en un fondo, una institución un organismo público. Es otro tipo de incertidumbre, pero la materialización última es del mismo tipo de medida unitaria; valor monetario.

La cantidad de información que se produce se multiplica cada año, pero el nivel de señal, de conocimiento, es estable en términos absolutos, por lo tanto, cada vez es más complejo llegar a esa señal.

Todo este ruido introduce complejidad e incertidumbre. Esto es un hecho relevante en lo mercados financieros, donde el volumen de transacciones aumenta al mismo tiempo que se reduce su tiempo, la frecuencia cada vez mayor. Es lo que sucede con el tiempo medio que se retiene un activo financiero como una acción. En estados unidos en la década de los 50 el tiempo medio que se tenía una acción era de 6,3 años, en los 70 pasó a 45 años y la pasada década estaba en 6 meses.

El cambio drástico vino en los años 80 que pasó de 4,5 años a 1,9 años, esto coincide con la introducción de las bolsas electrónicas, los ordenadores personales y en general el tratamiento masivo de datos. Ruido, velocidad, ruido, velocidad. Incertidumbre, complejidad.

El problema de esto es que el mercado realimenta esa dinámica, los gestores de fondos tienen 3 meses para solucionar un problema para dar resultados, si no están en la calle. Ellos piensan en la próxima semana, las próximas navidades, las próximas vacaciones. Esto está provocado por la interconexión, la velocidad y el ruido, que a su vez se retroalimenta desde dentro. Así que la dinámica parece que no va a revertir.

Si quieres estar en otro plano, deberías escapar a eso. Volver a los 6 años, a la tranquilidad, a la señal, a la menor complejidad.

A la reducción de incertidumbre.

De forma «pasiva» reduces muy activamente la incertidumbre que afecta a tu gestión financiera y tus decisiones.

Toda metodología de gestión, de valoración, busca reducir el máximo de incertidumbre y por inercia el ruido aleatorio que la rodea y produce, para llegar a lo más cierto, a la señal. Esto depende de dos cosas:

1) fundamentos sólidos basados en conocimiento y criterio, y

2) buena calidad de los datos (que as u vez contribuyen al conocimiento y datos).

Un gestor o inversor que sigue una estrategia de tendencia está siguiendo un método para reducir incertidumbre muy sencillo, cuando supera una media móvil, normalmente los 10 meses anteriores, elimina una incertidumbre alta de un plumazo. Por estadística sabe que lo que ocurre por debajo de ella es mucho más incierto que lo que ocurre por encima, y de hecho es un método para reducir el riesgo de la cartera, más que para conseguir más rentabilidad. Y como decíamos, el riesgo es una parte de la incertidumbre.

Todo es un trabajo de reducción de esa incertidumbre. Los inversores y gestores value lo hacen eliminando de entrada las acciones que están caras o muy caras en relación con parámetros como su valor en libros, el beneficio o la relación de este con su estructura de activos mirando la rentabilidad sobre estos o el patrimonio.

El «filtro» no es más que una manera de evitar incertidumbre, de despejar ruido.

En las estrategias de tipo momentum más de lo mismos, activos que han ofrecido una rentabilidad mayor en x meses anteriores, se sabe por estadística que tienden a seguir funcionando mejor en los x posteriores, así que se elimina incertidumbre. Es un tipo de estrategia más avanzado que el de seguimiento de tendencias, porque de hecho se mezclan.

En el caso de la inversión en valor se sigue en esencia un criterio parecido, una empresa que ha mostrado un historial de buenos resultados durante unos cuantos años, mejor muchos que pocos, tiene más probabilidades de seguir haciéndolo bien en los años posteriores que otra que tiene poco tiempo o los resultados han sido inestables.

En el fondo es lo mismo.

En uno de los extremos tenemos a los inversores en startups, generalmente los ‘Venture Capital’ o ‘Capital Riesgo’. Aquí la incertidumbre es absoluta, de hecho, una startup se define como una idea de negocio en incertidumbre extrema. No hay histórico, no se ha creado todavía el mercado, no hay nada.

Cuanta menos historia, más incertidumbre. Relación inversa directa.

Los equipos de gestión de los Venture Capital reducen la incertidumbre extrema conociendo bien a los equipos que van a liderar las startups, eliminan incertidumbre inicial en los inciertos datos futuros apostando por personas con objetivos claros, cohesionadas, equipos equilibrados y capacidad de ejecución elevadas.

Más de lo mismo.

En el extremo opuesto está la gestión “pasiva”, que como hemos dicho antes dice «no se cómo reducir la incertidumbre, así que la absorbo toda», y en la media confiamos. La media que es el mercado, que somos todos.

Esto es una verdad a medias, porque de hecho existe gestión, se construye un índice en base a unos parámetros y ahí entran y salen valores. De hecho, existe una cosa que se llama «survivor bias», por el que las empresas peores salen de los índices y entran otras que se supone van a hacerlo mejor Eso de por sí ya es una gestión activa, solo que menos activa.

Digamos compilan casi toda la incertidumbre sin discernir y eliminan una poquita, quitando los valores que van muy mal y equilibrando (rebalanceando) los valores en el índice en base a su valor, esto es, los que más suben tienen más importancia… nuevamente los que mejor lo han hecho tienen más certidumbre de seguir haciéndolo bien.

Más de lo mismo y siempre lo mismo; reducir la incertidumbre. Ese es el trabajo. El trabajo de un gestor financiero.

Nada nos dice que lo concerniente al ser humano sea hoy más predecible que ayer, hace una década o un siglo. La generación, dinámica y absorción de lo información cambian, pero el problema subyacente permanece. Es lo que ocurrió cuando nació la World Wide Web y puede pasar con desarrollos tecnológicos como el Blockchain. Pero entonces se generará más información, más ruido, más complejidad y la incertidumbre en cualquier caso no habrá disminuido.

A veces el criterio más exacto es el que más incertidumbre contiene. Paradójico. Ello implica el reconocimiento de las limitaciones y, sobre todo, la introducción de matices.

La expresión externa de los razonamientos internos en la sociedad lleva a un modo de opinar binario: o esto o lo de enfrente. Sin embargo, las cosas suelen estar en un lugar intermedio… o en otro lugar. Matices que mantienen consciente una incertidumbre que está latente y emerge con vida propia.

De ahí la importancia de «picar dato», ya que la manera de procesar información d nuestro cerebro es por aproximación, por rutinas, se va descomponiendo en bloques, y luego eso se mezcla en un relato en nuestro cerebro al que dotamos de significado.

Cuando hay incertidumbre lo que creemos saber y lo que reamente está ocurriendo suelen distanciarse más.

Por esta razón la gestión financiera es una batalla por reducir la incertidumbre.

Incertidumbre, no riesgo.