¿Invertir en nuestros datos personales?

Hace ya un siglo el eminente filósofo y matemático inglés Alfred North Whitehead nos insistía que las ideas que hacen avanzar a la civilización «desbaratan» la sociedad en que se dan. Y en esas estamos, de “nuevo”

Estamos en una época de cambio, de transición más bien, hacia otro modelo de economía completamente diferente, que conlleva cambios en la sociedad, en cómo nos relacionamos, en la política, a nivel cultural y a nivel profesional (nos tenemos que seguir reinventando). También la consciencia está cambiando y la comprensión de la realidad, que a su vez también cambia.

En todos estos cambios hay algo que es una constante; lo intangible. Lo que consumimos cada vez tiene un componente intangible mayor, lo que producen las empresas también y lo que se produce en las economías nacionales (PIB), por derivación también. Sin embargo, todavía no se mide ni se tiene en cuenta, porque seguramente ni consumidores, ni productores ni instituciones son conscientes de ello, aunque lo hacen a diario consumiendo, produciendo y regulando.

Me gusta mucho el titulo (y contenido) de un capítulo del libro “El delirio del crecimiento” de David Pilling que se titula «Internet me ha robado mi PIB». Todavía no veo ofertas de trabajo donde la palabra «intangible» aparezca, pero la realidad es que cada día disponemos y utilizamos muchísimos más servicios… pero tenemos muchas menos cosas.

invertir en tus datos personales
Imagen de la charla que di con Chechu Salas en el festival Inspirational 2019.

La propia contabilidad no refleja correctamente los desarrollos y los activos intangibles de las compañías. Nuestra propia empresa es circulante + intangible; no hay inversión a largo plazo tangible, la estructura de inmovilizado es completamente intangible.

Con la entrada en la crisis de 2008 emergió un movimiento revolucionario, que ahora se ha acelerado y en el que solo se han fijado unos pocos investigadores: por primera vez y a de manera sostenida las economías invierten más en activos intangibles que en el resto (materiales, tangibles). Es más importante de lo que podemos pensar; porque está cambiando absolutamente todo.

La mayoría de los negocios están desarrollando activos que no se pueden tocar, ni almacenar, ni ver… pero que muchos de ellos no se pueden trasladar (como el talento) y son estos los que están haciendo hacerles crecer y/o sobrevivir en el largo plazo. Da igual el tipo de negocio; todos. No hablamos solo de la «nueva economía», hablamos de los activos que han cambiado para siempre la economía durante los últimos 15 años. El problema, y la oportunidad, es que esta clase de activos son muy diferentes de los activos tangibles y tanto los gestores, como inversores e instituciones de política económica se tienen que poner las pilas para entender su naturaleza.

Un de estos activos intangibles son los datos; los datos estructurados. Para el resto ya tendremos ocasión de hablar en otras entradas (porque afecta a todo).

Dentro de estos datos estructurados me voy a centrar en un tipo muy concreto; nuestros datos personales.

En unos años veremos esta época como la del salvaje oeste con este tema, porque en realidad son un activo fundamental, un activo digital que aparte de ser un derecho fundamental será… un activo financiero. Si nosotros queremos.

En otras palabras, nuestros datos personales son un «real asset» como lo es nuestra casa. La «única» diferencia es que es intangible y el segundo tangible, pero como veremos puede producir rentas, tener un valor que se incremente y utilizarse en un mercado abierto.

Hasta ahora hemos dado nuestros datos, durante una década, muy alegremente para disfrutar de servicios «gratuitos», pero ya sabemos que esto no es así. Muchos de estos servicios gratuitos están pasando a ser de pago y ya nos han hecho, durante una década, clientes cautivos. Además, por el camino han arrasado a la competencia (por ejemplo, cualquier servicio relacionado con Internet), debido a que una economía digital, como se basa en el volumen, tiene a llevar todo a la concentración y monopolio, mucho más que la economía «industrial». Es muy fácil entrar, pero mucho más difícil mantenerse porque vamos a coste marginal cero en todo aquello que se pueda automatizar. Por eso ahora ya vemos a la mayoría de los periódicos empezar con suscripciones de pago, herramientas de investigación online, herramientas para compartir información y un largo etcétera… y tiene todo el sentido del mundo.

Nos estamos dando cuenta de que vivimos en la economía de la atención y de que, si trabajáramos solo dos horas al día… tampoco tendríamos tiempo, porque todo nuestro tiempo de ocio ha sido secuestrado para consumir en aquellos servicios a los que hemos donado nuestros datos.

¿Cómo podemos convertir nuestros datos en un activo digital que controlemos nosotros y que podamos decidir cederlos cuando queramos y además a cambio de dinero?

Lawrence Lessig dice en su libro «El código 2.0.» que en internet el código es la Ley. Esto se entiende mucho mejor cuando acudimos a un protocolo como «Blockchain». Lo que se está desarrollando (y hay algunas iniciativas que ya están funcionando) es que mediante esta tecnología tú puedes guardar tus datos de la manera que quieras y si, por ejemplo, una empresa de hipotecas o un seguro quiere tus datos para hacerte una oferta tendrá que pagar por ellos.

Tú tienes el control, la custodia y decides si quieres hacer algo o, sencillamente, no te los toca nadie.

Va a ser un activo mucho más interesante que un activo financiero al uso, como las acciones (ya sea de manera directa o a través de fondos) porque se trata de un activo real que puede generar rentas, es decir uno de tipo «income».

Esto supone un cambio de enfoque radical. En realidad, estamos trasladando las características de un activo real material a uno intangible.

Algunas iniciativas le dan una vuelta más, y permiten que cualquiera, al estilo Crowd pueda invertir en datos personales de terceros. Se crea un market con activos financieros (activos digitales con un valor) y nos proporcionen una renta, un cupón al estilo de los bonos. Esto ya es rizar el rizo.

Estamos hablando siempre desde el anonimato, en el que los ingresos se reciben solo cuando el propietario de sus datos da el consentimiento para recibir ofertas y se da una transacción consentida.

Que no se te nuble la vista con esto, ya lo estás haciendo, pero gratis y sin que te enteres (cedes tus datos para que otros comercialicen con ellos y los vendan, así funciona ahora internet); ahora se trata de convertirlos en un activo personal bajo tu control y que decidas, si quieres, sacarle una rentabilidad en forma de cupón o tipo «income» (un equivalente a los passive income).

Como ves se necesitan desarrollar estándares financieros, éticos, tecnológicos, culturales que todavía no se están haciendo. En otras palabras, se necesitan mutar ciertas profesiones actuales hacia nuevas profesiones; combinaciones tipo financiero-filosofo, sociólogo-tecnólogo, diseñador-etnólogo, psicólogo-ingeniero, político-mitólogo y otras tantas mutaciones.

Después de navidades daremos un seminario sobre este tema, cómo funciona y los modelos que ya están en ello. En una economía de coste marginal cero (no margen y volumen) el futuro es de los ecosistemas, cooperativas digitales 2.0.

11 Comentarios

  1. Sí señor. Chapó por el primer artículo que te leo (que por supuesto espero no sea el último). Me gustaría comentarte algo por privado si no te importa, ¿te parece?

  2. Que interesante Jorge, da la agradable sensación de estar leyendo un artículo que se adelanta brevemente al tiempo.
    Seguiremos disfrutando de tu narrativa y de su posible aplicación a los mercados. Saludos

  3. Hola Arturo 😉

    Se adelanta un poquito, pero poco, de hecho ya hay algunos modelos funcionando sobre esto. Un nuevo concepto de «activo real», vamos hacia lo intangible.

    Seguimos en contacto compañero.

    Un abrazo,

    Jorge

  4. Muy bueno, sí que es cierto que el futuro lo tenemos aquí y la cesión de datos será un buen activo aunque parezca irreal.

  5. Muchísimas gracias JORGE por tus comentarios, que nos abren las puertas de la modernidad y los avances en la cotidianeidad

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