Manifiesto para mejorar el rendimiento educativo de España

Transcribo el manifiesto que han elaborado desde FEDEA (fundación de estudios de economía aplicada) para mostrar cómo se puede mejorar nuestro deficiente sistema educativo. FEDEA es posiblemente el mejor foro de economistas españoles de criterio independiente y prácticamente el único de economía aplicada de expertos de primer nivel internacional en la disciplina. Como no podía ser de otra forma, gran parte de sus integrantes son profesores de las mejores universidades del mundo y viven en el extranjero, el más destacado Luis Garicano que es catedrático de la LSE, pero también otros en instituciones de primer nivel en EEUU. Su visión y la evidencia que aportan no se pueden comparar con ningún otro foro abierto dentro de nuestras fronteras, por el nivel de sus discusiones y exposiciones y porque no corresponde a ninguna tendencia ideológica, política o similares. El texto original lo podéis descargar aqui, en el aparecen todos los firmantes y que suscribo completamente.

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Para cuándo una salida de la crisis. Gráfico.

Fuente: J.P. Morgan Guide to the markets

Aquí tenemos un gráfico muy muy explicativo, proporcionado por el blog The Big Picture. Se trata del índice industrial de bolsa de EEUU, donde el eje vertical son los precios de la bolsa en escala logarítmica. Si nos fijamos reflejan muy bien el devenir de la economía mundial (y sobre todo anglosajona) desde hace mas de un siglo. Solo hay que seguir el eje horizontal y acordarse un poco de los eventos históricos, sociales y económicos para verlo, primeros años de estancamiento, boom y crack del 29, segunda guerra mundial y recuperación económica asombrosas hasta finales de los 60, estancamiento y crisis del petróleo y diferentes guerras, boom liberalizador y endeudamiento de los 80 y 90 y la década pasada hasta nuestros días.

Siguiendo un análisis chartista, tenemos dos noticias, una buena y otra mala. La buena es que llevamos desde el 2000 en una fase de soporte y existen mas posibilidades de que estemos al final del túnel, la mala es que las otras recesiones tuvieron 12, 16 y 18 años en esta situación, por lo que estaríamos en un escenario en el que todavía nos costaría otros 3-5 años de recesión hasta empezar a salir de la crisis.

Yo me inclino por esta segunda, y más 5 que 3, y teniendo en cuenta que la nueva economía será totalmente diferente a la conocida hace poco tiempo.

Evolución de las ciencias de la complejidad

Adjunto un increíble árbol que describe el desarrollo de las ciencias de la complejidad desde sus inicios en los años 40 y 50 con la Teoría de Sistemas y la Cibernética.

Se trata de un mapa conceptual interactivo desarrollado por un profesor de sociología y psiquiatría estadounidense. La verdad es que nunca he visto un esquema tan completo, ni de lejos. Lo bueno que tiene es que puedes clickar sobre cualquier cosa y te redirige a una página donde te lo explica.

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Para poder interactuar, ir directamente a la página pinchar aqui.

 

Depende de cómo se lleva a cabo, la reducción del gasto no reduce necesariamente la deuda pública

Aunque el aumento de la deuda pública resultara en parte de un aumento de los gastos públicos, cortar en estos gastos no contribuiría necesariamente a la solución porque la dinámica de la deuda pública no tiene mucho que ver con la de un hogar: la macroeconomía no es reducible a la economía doméstica.

Generalmente la dinámica de la deuda depende de varios factores:

  1. Nivel de los déficits primarios
  2. Diferencia entre la tasa de interés
  3. Tasa de crecimiento nominal de la economía.

 

Distribución del gasto de las economías señaladas. Para ver bien abrir en «otra pestaña».

Y es que si este último es más débil que la tasa de interés la deuda va a crecer mecánicamente debido al “efecto bola de nieve”: explota el importe de los intereses y también el déficit total (incluidos los intereses de la deuda).

Así, a principios de la década de 1990 la política del franco fuerte que llevó a cabo Bérégovoy y se mantuvo a pesar de la recesión de 1993-94 se tradujo en una tasa de interés más elevada de forma duradera que la tasa de crecimiento, lo que explica el salto de la deuda pública de Francia durante este periodo. Es el mismo mecanismo que explicaban el aumento de la deuda durante la primera mitad de la década de 1980 bajo el impacto de la revolución neoliberal y de la política de tasas de interés elevadas que llevaron a cabo Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

Es increible la correlación que hay entre la variación de endeudamiento y la de empleo-desempleo: mayor endeudamiento=mayor nivel de empleo y viceversa. Nos encontramos en la dicotomía de crear empleos que creen valor, pero las industrias que hacen esto tienen una capacidad de crear empleos mucho mas reducida que las tradicionales. Para ver bien «abrir enlace en otra pestaña»

Pero la propia tasa de crecimiento no es independiente de los gastos públicos: a corto plazo la existencia de gastos públicos estables limita la magnitud de las recesiones (“estabilizadores automáticos”), a largo plazo las inversiones y gastos públicos (educación, sanidad, investigación, infraestructuras …) estimulan el crecimiento.

Es falso afirmar que todo déficit público crece tanto como la deuda pública o que toda reducción del déficit permite reducir la deuda. Si la reducción de los déficit compromete la actividad económica la deuda aumentará aún más. Los comentaristas liberales subrayan que algunos países (Canadá, Suecia, Israel) realizaron unos ajustes brutales de sus cuentas públicas en la década de 1990 e inmediatamente después conocieron un fuerte rebote del crecimiento. Pero esto sólo es posible si el ajuste concierne a un país aislado, que vuelve a ganar competitividad sobre sus rivales.

Lo que evidentemente olvidan los partidarios del ajuste estructural europeo es que los países europeos tienen por principales clientes y rivales a otros países europeos ya que la Unión Europea está globalmente poco abierta al exterior. Una reducción simultánea y masiva de los gastos públicos del conjunto de los países de la Unión Europea sólo puede tener como efecto una recesión agravada y, por lo tanto, una nueva subida de la deuda pública.

Notas parciales del escrito en frances por Philippe Askenazy, Thomas Coutrot, André Orléan y Henri Sterdyniak.

 

El sistema de salud americano, la gestión económica y la justicia moral

Un grupo de economistas heterodoxos denominado Econ4, ha producido una serie de vídeos donde explican los defectos del sistema de salud americano.

 
[vimeo http://www.vimeo.com/56084534 w=413&h=232]

Estados Unidos ocupa el primer lugar en el mundo en el gasto sanitario por persona, pero sólo 45 en la esperanza de vida. El estadounidense medio ve a un médico con menos frecuencia que el canadiense, el británico, o el residente medio de la mayoría de las democracias desarrolladas. La esperanza de vida promedio de los estadounidenses blancos sin un diploma de secundaria ha disminuido desde 1990 por tres años para los hombres y cinco años para las mujeres.

Esta combinación de elevadísimos costes y resultados que dejan bastante que desear, es el resultado de un sistema de atención de salud de múltiples aportantes (como en España) cuya enorme burocracia administrativa absorbe casi un tercio de su presupuesto. El objetivo de esta burocracia privada es cubrir a los pacientes de policía y médicos, no para añadir valor o proteger la salud humana. (léase «devenir europeo»)
A día de hoy casi 50 millones de estadounidenses carecen de seguro de salud. Millones más tienen una cobertura insuficiente para evitar la quiebra o el desastre financiero en caso de una enfermedad grave.
Algunos afirman que la mejor manera de mejorar la salud y extender la cobertura es subsidiar los seguros privados. Pero en lugar de controlar los costes, los subsidios multiplican el despilfarro económico en el sistema de salud.
Por otro lado se considera que los fondos del gobierno para financiar el sistema de salud significa «racionalizar» el acceso a la atención médica, pero ignoran que el racionamiento diario es demasiado doloroso y ocurre todos los días cuando las aseguradoras privadas niegan la cobertura para ello y cuando las familias no pueden permitirse el lujo de ir a un médico o medicamentos comprar.
Este grupo de economistas se oponen mediante un manifiesto a tratar la salud como una mercancía que debe ser racionalizada en base al poder adquisitivo u otra clase de privilegio político. Hacen una llamada para un sistema nacional de seguro médico que proporcione el acceso universal a los servicios esenciales de salud. Piden un seguro para todos los estadounidenses en un solo grupo de riesgo, un sistema que puede ahorrar miles de millones de dólares y puede permitir mejorar de la salud y el bienestar de sus ciudadanos.

Sistema de salud americano, justicia social y economia heterodoxa
Sistema de salud americano, justicia social y economia heterodoxa
Está claro que cuando intervienen grupos de interés, da igual que el sistema de salud sea público o privado, como el caso del americano, desaparece la justicia economico-politica-social y la gestión se convierte en un cachondeo de circo. Esto es una advertencia para el devenir de los sistemas de salud de las democracias europeas.
Warning! no creer que hay que ser de izquierdas o derechas para hacerlo bien, ambos acaban hipertrofiándose, separándose de la realidad y sus recetas octogenarias acaban de la misma forma si no evolucionan.

La curva de la demanda y Aristóteles

En la universidad nos enseñaban que tenemos unas preferencias dadas, en base a esas preferencias creamos curvas de utilidad, estas curvas se corresponden con la utilidad que le damos a cada unidad consumida de un producto. Además conforme aumentamos el consumo la utilidad disminuye (rendimientos decrecientes). Luego sumas las curvas de utilidad de cada elemento que se integra en tus posibilidades de compra y voila! obtenemos tu curva de demanda. Bueno esto es resumir varios cientos de años en un par de frases, pero así nos enseñan el pilar fundamental de la “economía moderna”. Lo pongo entre comillas porque de moderna no tiene nada.

Dudo mucho que los profesores que me enseñaron microeconomía supieran de donde procedía esta particular deducción. Cuando digo profesores me refiero a todos aquello que tienen una responsabilidad en uno u otro campo, uno u otro grado, en la política económica. La educación es uno de ellos. Hay que remontarse hasta Aristóteles para saber cuál es el origen de la curva de utilidad, el concepto de valor de uso y la demanda.

Fue el filósofo griego el primero que creó el concepto de valor de uso; el valor de las cosas dependen del uso que les des. Puso la primera piedra de una línea de pensamiento que conecta con la Edad Media, el Renacimiento y la Ilustración francesa hasta llegar a Jevons, Wallras y Menger en el siglo XIX, los autores que se conocen en los libros de historia económica y a los que se les atribuye su desarrollo.

Aristóteles dijo que el valor de un bien se deriva de su utilidad, de su escasez y de su coste; más unidades menos valor, más uso más valor, más esfuerzo en hacerlo más valor, y viceversa. No obstante hay que saltar hasta la Edad Media para volver a ver este descubrimiento; los filósofos de los siglos XIII y XIV de los que cabe destacar a Tomás de Aquino, algunos grandes teólogos de la contrarreforma en los siglos XVI y XVII entre los que destaca el jesuita español Luis de Molina, pensadores protestantes del derecho natural y escolásticos italianos, estos últimos fueron los primeros desde el propio Aristóteles que desarrollaron y profundizaron en el concepto de valor, curtidos en las peleas de una nación que había vivido el apogeo y decadencia del comercio en sus ciudades y puertos. Explicitan claramente que el valor está definido por una proporción entre su utilidad y escasez, influyendo en nuestros deseos.

Son los escolásticos italianos los primeros que desarrollan una teoría subjetiva del valor (utilidad, escasez, deseo) que será completada ya en el siglo XVIII por el estadista francés Turgot, adelantando el concepto de preferencias al distinguir entre tiempo presente y futuro y el concepto de precio. En las mismas épocas diferentes filósofos, juristas, estadistas y teólogos italianos y franceses llegaron a soluciones parecidas de forma aislada, añadiendo eslabones en la lenta aparición del concepto de valor y en definitiva de la utilidad y la demanda de bienes y servicios del consumidor.

El panteón sagrado Jevons-Wallras-Menger recogerá todo este saber ya en el siglo XIX y solo lo tendrán que distribuir en una ciencia ya formada y estructurada.

El lento saber acumulado en todo este recorrido se resume en:

  • El valor depende de la utilidad y la escasez
  • Para poder valorar algo de forma económica se necesita una utilidad concreta, no vale una utilidad abstracta. La utilidad concreta viene determinada por la ley de utilidad decreciente (rendimientos decrecientes).
  • El valor de la última unidad es la utilidad marginal
  • La utilidad y la escasez determinan el valor de los factores de producción, que a su vez producen los bienes. La elección del consumidor es el factor final de la acción económica.
  • Los precios son el resultado de la comparación individual entre bienes.

La filosofía clásica y esta procesión de personajes esta bien, pero ¿habrá que empezar e renovar el ideario, no?

Pues vas y se lo dices a tu profesor, o a tu jefe de departamento, o a tu director de tesis, o a tu jefe de sección o al responsable editorial.

La experiencia de la prosperidad

Tal como ilustraba Galbraith en La sociedad opulenta, su obra canónica escrita en 1958, la experiencia de la prosperidad que han tenido las naciones es extraordinariamente escasa, siendo casi todas ellas a lo largo de la historia muy pobres. Y es que hasta hace apenas 200 años, prácticamente toda la población mundial, incluidas las grandes potencias, vivían en la más absoluta pobreza, inanición y miseria, incluidos los sucesivos imperios relativamente modernos desde el español; holandeses, franceses, alemanes e ingleses. Incluso el pueblo norteamericano era un pueblo agrícola austero que no vio la auténtica prosperidad hasta la segunda guerra mundial.

La idea de que podemos controlar nuestro destino es tan nueva, que en la lectura del pensamiento occidental uno se ruboriza. Cuando uno lee un poquito se da cuenta de que casi todas nuestras certidumbres, la certeza material de la prosperidad y la sola idea de que la humanidad puede controlar su devenir no son una excepción a esa sorpresa.

El hecho de tener una propiedad, tiempo libre para la reflexión personal, libertad de elección, leer un medio de comunicación, material didáctico, o cualquier tipo de certeza material es tan reciente que cualquier abuelo puede darnos una lección sobre ello. El abuelo que te da «la chapa» con la dureza de sus tiempos jóvenes es la persona que ha experimentado este cambio. Hablamos tan solo de décadas. Nosotros hemos sido unos privilegiados. Pero no lo sabemos.

Para hacernos una idea, el ciudadano medio de la economía más rica y avanzada de principios del siglo XIX, el inglés, era una persona que vivía entre la hambruna y la esclavitud, con suerte trabajaba en labores severas, humillantes y agotadoras a cambio de techumbre, si tenía un poco menos de suerte moría de inanición o enfermedad. Dependiendo de la lluvia o el precio del cereal moría o vivía, las épocas de sequía producían hambrunas igual que las guerras mataban a generaciones enteras de jóvenes. Y este era el automatismo natural de la población para autorregularse, problema que por otro lado ha desaparecido en el mundo desarrollado y que comienza a recalentarse como adelantara el polémico pastor anglicano thomas Malthus.

 

Imagen de «Oliver Twist», que Charles Dickens
publicó entre 1837 y 1839.

La muda, el calor o el agua corriente eran lujos que no se podían permitir ni los mismísimos britishmen de la Gran Bretaña victoriana. No mencionaré cómo estábamos en aquella época por aquí o cualquier país europeo. Ni menciono el resto del planeta.

Y esta era una época en la que La riqueza de las naciones de Adam Smith llevaba más de 30 años publicada y habían salido a la luz las obras de D. Ricardo y T. Malthus, todas en esa Gran Bretaña. Eran los días en que un europeo medio consumía menos calorías que un cazador-recolector de cualquier tribu del Amazonas en Centroamérica o de Guinea en África.

Como he leído recientemente en un libro, “antes de 1870, la teoría económica se ocupaba básicamente de lo que no se podía hacer; a partir de 1870 se centró básicamente en lo que sí se podía hacer”. Esto era hace muy poco. La certidumbre y bienestar que estamos perdiendo no ha existido siempre. De hecho no ha existido casi nunca.

¿Dónde está el dinero que recibe la banca española?

De 100 euros el banco gana 7 al instante. El Estado se queda endeudado frente a Europa, es decir, Alemania. Al banco le da igual, no se le van a pedir responsabilidades, además la financiación le ha salido gratis vía impositiva, para ello tiene en los consejos de administración a gente de todos los partidos políticos, patronal y sindicatos. Después de esta fabulosa operación puede hacer dos cosas; prestarlo al 8-9% (crédito al consumo) o quedárselo «forever»; si decide hacer una labor humanitaria habrá ganado entre un 16% y un 20% sin mover un dedo, si no lo hace tampoco pasa nada, habrá ganado 7 y si ha hecho una barbaridad un banco malo (depende como se mire yo diría que santo) se quedará con su operación ruinosa (=mas deuda para el Estado).

¿Y quien se queda con el muerto de los 100 euros? El Estado, es decir, nosotros los pringados. Aquí entra en escena Alemania (llámese BCE cabreado). Alemania se cabrea con toda la razón del mundo, pero le sale muy bien porque acabará dirigiendo todo el cotarro (aunque esto no se puede decir) y conseguirán su ansiado «espacio vital», a pesar de que su banca está peor que la nuestra (pero como mandan solo pasan los controles oficiales la docena de entidades que mejor cara tiene).

A esto contribuyen entre otros los cátedros de sillón desgastado, think tanks, columnistas comodones, responsables y asesores de política económica de todo rango; son los elegidos, los profetas terrenales de la sabiduría ortodoxa, que llaman a esto «irracionalidad de los mercados» o «control de los mercados»…. «¡oh dios que los mercados nos controlan!»

Es un invento cojonudo, sobretodo si las instituciones de tu país están dirigidas por una clase política extractiva cuyo nivel intelectual resulta paupérrimo.

¿Que inocentes somos eh?