Alternativas al PIB como medida de bienestar (II)

Desde el estallido de la crisis, la economía mundial ha seguido expandiéndose y creciendo. Mientras tanto, millones de personas en todo el mundo han perdido su empleo. ¿Cómo puede ser esto posible, que crezcamos y nuestros ingresos personales se hayan hundido? Este tipo de problemática es la que nos lleva a reconsiderar la idoneidad del PIB como indicador del progreso y bienestar de una economía.

La Stiglitz-Sen-Fitoussi Commission

El Índice de Desarrollo Humano era muy útil (ver post anterior), pero desde su concepción inicial hasta su puesta en marcha en los años 90, el mundo había cambiado enormemente y se disponía de muchísimos más datos. Era necesario desarrollar nuevas medidas e índices complementarios que midieran otros tipos de medidas económicas y sociales. La importancia del medio ambiente es sobre la que más conciencia hemos tomado en los últimos años. En 2008 Sen se unió a Joseph Stiglitz y el economista francés Jean-Paul Fitousi en una comisión establecida por el presidente francés Nicolas Sarkozy para considerar alternativas al PIB. Se trataba de continuar el trabajo realizado con Haq, muerto en 1998, pero ampliado a los países más ricos del mundo. Se creó la Commission on the Measurement of Economic Performance and Social Progress, que pasó a conocerse como la Stiglitz-Sen-Fitoussi Commission ó Stiglitz Comission a secas.

Como dice Stiglitz, los ciudadanos tendrían una composición de la situación mucho más clara si nos centráramos en el PIB per cápita mediano y no medio (el valor central de un conjunto de datos, no la media) ya que cuando aumenta la desigualdad (aumentan los extremos) la mediana y la media se comportan de forma diferente (la media tiene en cuenta los extremos, la mediana no porque solo se fija en los valores medianos o centrales), por ejemplo no tiene en cuenta el aumento de la riqueza del 1% más rico, sin embargo la media si y esto afecta el PIB per cápita. Por ejemplo los ingresos familiares de las familias estadounidenses han caído en picado desde el año 2000, sin embargo el PIB per cápita ha subido, esto significaría que los americanos lo están haciendo muy bien, sin embargo si miras el ingreso mediano “puedes decir que no es sostenible y que la mayoría de la gente está peor”. En 2001, con la explosión de la burbuja puntocom y el ataque a las torres gemelas, se daba por primera vez en Estados Unidos una paradoja inesperada en su recuperación los años siguientes; mientras el PIB aumentó entre 2002 y 2006, los ingresos personales cayeron.

Lo que Sarkozy les pedía era encontrar indicadores alternativos al PIB que pudieran medir la calidad de vida, ¿por qué?, porque cuando van a votar, los ciudadanos tienen en cuenta su calidad de vida más allá de la producción del país. Para él era importante el PIB, pero para su reelección y su conocimiento del ciudadano medio necesitaba indicadores que valoraran esa calidad de vida y cómo poder tomar medidas. Este es el ciudadano mediano, el ingreso mediano. Nosotros. Tu y yo. Con el PIB no puede medir estas tensiones, que son las preocupaciones reales de los ciudadanos.

En septiembre de 2009 la comisión, integrada además por economistas de la talla del laureado Daniel Kahneman y Enricco Giovannini, presentó un excelente informe de cerca de 300 páginas con una lista exhaustiva de sugerencias metodológicas y filosóficas sobre la forma de medir el progreso de las naciones del siglo XXI. Una de las cuestiones es saber cuántos indicadores a parte del PIB son necesarios. Stiglitz y sus compañeros establecieron que para valorar la calidad de vida de la población se requieren métricas en al menos 7 categorías:

1. Salud
2. Educación
3. Medio ambiente
4. Desempleo
5. Bienestar material
6. Conectividad interpersonal
7. Compromiso/comportamiento político

Cualquier país que esté comprometido con el progreso debe medir este patrimonio; la distribución de la riqueza material y otros bienes sociales.

Un ejemplo ilustrativo (datos nominales ejercicio 2012, ranking de/ Naciones Unidas):

Dónde estánGDPHDI
Estados Unidos13
India10136
Noruega231
España1323

El medio ambiente

El PIB no diferencia entre producción de bienes “buenos” y” malos”. Los costes de una reconstrucción por un terremoto, inundación, deforestación por incendio o pérdida de cosechas por heladas se computan igual que los ingresos por exportación de productos a otras economías (por ejemplo). Es decir, la valoración de un elemento destructivo y productivo cuentan lo mismo. Las miles de personas que se quedan sin casa, sin campo, sin bosque, sin los elementos necesarios para su vida y producción diarias de hecho aumentan el PIB por medio del gasto de aseguradoras, gobiernos y ayuda humanitaria.

Se puede poner un valor monetario a nuestras materias primas naturales, reservas de pescado, bosques o incluso costas, pero es muy difícil poner un valor monetario a la alteración del sistema climático, la pérdida de especies, aumento de temperatura, deforestación, pérdida de acuíferos y otras consecuencias derivadas de su transformación y posterior utilización y consumo.

La dificultad descansa en el hecho de que hay que decidir qué medida escoger para valorar estas consecuencias potenciales tan complejas antes de comenzar a construir las herramientas métricas y el aparato técnico y metodológico. En este sentido la Stiglitz Comimission recomendaba llevar a cabo unos pocos indicadores sostenibles y simples, sin necesidad de utilizar datos demasiado precisos (como por ejemplo el impacto ambiental del carbón, la deforestación o la extinción de especies), ya que ahora no se tiene la tecnología, financiación e interrelación entre agencias necesaria para llevar a cabo medidores precisos.

Por estas carencias de tipo financiero, tecnológico y de datos, el informe de la comisión se parece más a un software de código abierto que a una guía de indicadores a implementar. No dice a los países cómo medir su progreso, sino cómo deben pensar para hacerlo. Recomendar indicadores y ponerlos en práctica son cosas muy diferentes. Todos los expertos a nivel internacional sobre este tema (Buerau of Economic Analisys, State of Usa, Comisión Europea, etc) coinciden en que sus objetivos en este sentido exceden a su capacidad, resaltan que depende mucho del deseo y apertura de los gobiernos ya que se necesita mayor financiación, mayor cooperación entre agencias y grandes saltos de nivel en la ciencia estadística.

Un ejemplo de los costes ambientales son los llamados gastos o cargo por agotamiento (depletion charge) de los recursos naturales y de los que ya se hacen estimaciones, como es el caso de los combustibles fósiles (petróleo y carbón). Países como China y Arabia Saudí verían mermado su actual PIB si se tuvieran en cuenta estos costes, de hecho lo hacen diversificando sus inversiones por el planeta porque saben que sus recursos son limitados. Pero su no implementación tiene una razón obvia; el coste político; en los años 90 ya se consideró en Estados Unidos pero se abandonó por esta razón.

El siguiente paso es valorar los problemas de salud ocasionados por la explotación de estos recursos en los ciudadanos, por ejemplo los respiratorios ocasionados por el dióxido de sulfuro. Un ejemplo muy claro de estos costes lo vemos en el tabaco; coste de vidas y servicio sanitario que se combate desde hace años intentando que la población deje de fumar.

Indicadores sociales y emocionales

Es muy complicado establecer indicadores fiables que midan nuestra vida emocional y social, los expertos son muy escépticos sobre su validez estadística y muchos consideran absurdo incluirlos en el panel de medición del bienestar de las economías. Sin embargo estos indicadores están cogiendo importancia y tienen cierto sentido. La pérdida de un empleo puede tener repercusiones que afectan a nuestras conexiones sociales por mucho tiempo, por ejemplo. Como dice Stiglitz, “tu deberías decir, si tenemos desempleo no te preocupes, compensaremos a la persona, pero esta nunca queda completamente compensada”. Los efectos a largo plazo de una depresión crónica como la actual o el desempleo de larga duración, si son correctamente medidos, deberían influir en los responsables de política económica.

Social Progress Index (SPI) ó Indice del Progreso Social

El Social Progress Index es una organización sin ánimo de lucro creada para medir el desarrollo y progreso social, carente en el PIB. Trata de medirlo más allá de la métrica homogénea de la producción económica ofrecida por el PIB. Por ejemplo existen países que con mayor PIB tienen niveles de desarrollo social más bajos, esos niveles de progreso social hay que medirlos para no distorsionar la comparación. Está comenzándose a adoptarse por algunos países. La idea partió de un grupo de trabajo del World Economic Forum y se diferencia de otros indicadores en que se centra en el desarrollo social y del medio ambiente.

Se basa en tres dimensiones:

(1)   Necesidades humanas básicas,
(2)   Fundamentos de bienestar y
(3)   Oportunidades

Y cada dimensión se mide por los siguientes factores (sacado de su web):

indicador de bienestar Social Progress Index (SPI)

En el siguiente gráfico se ve la correlación del SPI per cápita con el PIB per cápita. Si dejáramos únicamente el PIB, este sería unidimensional (una línea horizontal), pero al combinarlo con un segundo indicador SPI) vemos la cantidad de información adicional que proporciona.

medida de bienestar PIB vs SPI

Por ejemplo, Costa Rica y Sudáfrica tienen un PIB similar, sin embargo el grado de progreso social de la primera es muchísimo mayor que la segunda. Está claro que en Costa Rica una persona tiene más calidad de vida que en Sudáfrica, pero si solo utilizamos el PIB per cápita nos estaría diciendo que es similar en los dos sitios.

Este es el cuadro del SPI por países, muy interesante. España está en 10º lugar, y 6ª en la dimensión “oportunidades”. Este tipo de indicadores beneficia a los países europeos:

Genuine Progress Indicator (GPI) ó Indice del Progreso Auténtico

Utiliza 26 indicadores dentro de un marco metodológico para intentar dar una idea más acertada y precisa de la situación de progreso de los países. Incluye los elementos positivos del PIB en cuanto a desarrollo económico y otros negativos como el crimen, la polución, la desigualdad, el trabajo voluntario el tiempo de ocio y las infraestructuras.

Para más información visitar su página, donde detalla los indicadores y su metodología.

Incorpora los siguientes elementos; estado de bienestar, acceso al cuidado de la salud, contaminación y distribución de los ingresos.

Gross National Hapiness (GNH) o Felicidad Nacional Bruta (FNB)

En 1972 el rey de Bhutan declaró que su objetivo no era incrementar el PIB sino el GNH. La felicidad nacional bruta (FNB) o felicidad interna bruta (FIB) es un indicador que mide la calidad de vida en términos más holísticos y psicológicos que el producto interno bruto (PIB). El término fue propuesto por Jigme Singye Wangchuck, rey de Bután, en 1972, como respuesta a las críticas de la constante pobreza económica de su país. Este concepto se aplicaba a las peculiaridades de la economía de Bután, cuya cultura estaba basada principalmente en el budismo. (Wikipedia)

Su medición se basa en la ponderación de cuatro elementos; promoción del desarrollo socioeconómico sostenible e igualitario, preservación y promoción de valores culturales, conservación del medio ambiente y el establecimiento de un buen gobierno. La medición se realiza a través de un cuestionario de 180 preguntas que considera 9 dimensiones; bienestar psicológico ,uso del tiempo, vitalidad de la comunidad, cultura, salud, educación, diversidad medioambiental, nivel de vida y gobierno. Se trata de una medición cualitativa y no cuantitativa por lo que resulta difícil compararla con el resto de índices, en especial el PIB.

Y muchos otros, como el feliz Happy Planet Index, que mide la eficiencia ecológica, la satisfacción en de la vida y otros indicadores del bienestar personal.

Este es el primero de una trilogía de artículos:

  1. ¿Es el PIB un buen indicador para medir una economía? (anterior)
  2. Alternativas al PIB como medida de bienestar (II)
  3. El PIB no indica el nivel de vida de un país (siguiente)

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