El “excelgate” y la telerrealidad económica

En los últimos días hemos leído en diversos periódicos, webs, blogs y foros la metedura de pata de los prestigiosos economistas de Harvard, Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart. Esta tormenta mediática que comenzó en las páginas y blogs estadounidenses especializados en economía ha saltado al resto de países, creando titulares del tipo «La hoja de cálculo que destruyó al mundo», «La crisis se la debemos a una excel mal diseñada» o «El estudiante que salvo al mundo de la austeridad», en referencia este último a Thomas Herndon, el estudiante de doctorado de 28 años que desenmascaró tan garrafal e infantil fallo desde la Universidad de Massachusetts. ¿Por qué tanto ruido con una paper que contenía fallos descubiertos por un estudiante?, porque es el trabajo que han utilizado como base científica las eminencias políticas de la austeridad. Ahí es nada.

Nos ponemos en situación, Rogoff y Reinhart publicaron en 2010 un libro titulado «Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera» (This time is different: eight centuries of financial folly) donde construyeron una excelente base de datos que reunía (parece que por primera vez) los principales datos de las crisis financieras de los últimos 800 años y realizaban análisis financieros muy interesantes en contextos históricos concretos.

Ese mismo año y a partir del citado libro publicaron un trabajo titulado «Crecimiento en tiempos de deuda» (Growth in a time of debt) en la revista de economía American Economic Review, en lo que venía a ser una reseña al libro y en concreto hablaba sobre la candente relación entre el nivel de endeudamiento de un país y su nivel de crecimiento. La principal conclusión a la que llegaban era que cuando un país tenía una deuda pública superior al 90% del PIB el crecimiento de la nación caía brutalmente hasta hacerse negativo.

Este es el tipo de afirmación que busca incesantemente la economía ortodoxa, soluciones deterministas, las cuales utilizan oportunamente (unas veces de forma sagaz, otras veces de forma torpe) las instituciones políticas para respaldar sus decisiones de corte electoralista y clientelar, que nada tienen que ver con realidades refutadas.

Justo. Se trataba de un artículo sencillo, fácil de explicar y con una base matemática simple pero aparentemente compleja para la opinión pública, que los autores habían publicado en la sección breve (papers and proceedings) donde la editorial no revisa los trabajos (no son sometidos a «reefering» por expertos) sino que hace breves referencias a estos; el tipo de artículo que da la razón al político conservador de turno y al columnista pseudocientífico y amarillista.

Pero Estados Unidos está lleno de columnistas sensacionalistas («hippos«), ultraconservadores y republicanos sin ganas de pagar impuestos ansiosos de un estudio que les diera la razón en las elecciones que se iban a celebrar, ya que con Obama venía el apocalipsis. Para ello escogieron un artículo marginal de una revista que solo leen los frikies de economía y que en última instancia era una referencia al libro citado (con muy buena pinta por cierto). Como comentan algunos bloggers americanos, Paul Ryan se pasó la campaña electoral ondeando el artículo y su partido (republicano) estuvo a punto de destruir el mundo dos veces con la catástrofe que suponían los techos de deuda al grito de Rogoff y Reinhart.

En el caso de Europa se ha dado el mismo patrón, aunque en una circunstancia distinta. Las autoridades europeas, amantes de la austeridad ajena, lo abrazaron como el aladid de la salvación y cargaron todas sus razones en este paper. En base a este trabajo publicado en una revista norteamericana en su sección de «breves», una especie de resúmenes sobre trabajos que no necesitan de la revisión y su metodología, escrita por economistas norteamericanos, basaron los lumbreras de la Comisión Económica Europea la sagrada «austeridad=crecimiento».

La auténtica razón es que los países del norte no quieren avalar a los del sur en las emisiones de dinero y quieren recuperar el prestado a estos sin contemplaciones, esta es la realidad velada que todos conocemos.

La cuestión es que el Herndon, en sus análisis y estudios de doctorado, al cruzar sus datos de trabajo de estudio con los del famoso informe Rogoff-Reinhart no cuadraba ni a tiros. La incoherencia, inconsistencia y descuadre eran de tal calibre que los modelos literalmente se caían porque fallaban en premisas básicas, los resultados eran completamente diferentes. De hecho el estudiante de doctorado llamó a los eminentes economistas para pedir los datos originales porque creía que el que estaba equivocado era el mismo, y este temor era de sentido común teniendo en cuenta que hablamos de una ex-jefa economista de Bear Stearns y ex-FMI número dos del departamento de investigación y el jefe de este (que por cierto mantuvo sus mas y sus menos con Joseph Stiglitz, sobre todo cuando este último criticó la institución en uno de sus libros), ambos reputados investigadores de Harvard. Cuando los profesores le pasaron la excel con los datos originales comprobó estupefacto que las fórmulas introducidas esta eran erróneas, y no hablamos de fórmulas complicadas, hablamos de que se habían dejado de sumar filas enteras de ecuaciones en la conocida «suma(celdax:celday)». Herndon llamó a sus dos profesores de doctorado que, en un primer momento como él no se lo podían creer pero tras analizar, alucinaron en colores. Y publicaron un paper sobre el asunto. Lo que no imaginaban es que numerosos economistas que se encuentran dentro del circuito top les iban a enviar numerosas misivas para emprender junto a ellos un batalla contra la idea de los cortes bestiales de gasto público y la austeridad criminal favorecen el crecimiento y la prosperidad a partir de un determinado número mágico. De hecho, como señalan algunos expertos, desde que se hizo pública esta cagada monumental, se frenó a última hora el anuncio de un comunicado del G-20 sobre los niveles de endeudamiento que se debían seguir.

¿Cómo ha sido posible semejante metedura de pata?

Se resume en cuatro razones:

  1. Excluyeron de la muestra una serie de países y años para los que se dieron altas tasas de crecimientos y elevados niveles de deuda de forma simultánea, en concreto hablamos de Australia, Nueva Zelanda y Canadá para los años 1945 a 1960.
  2. Se equivocaron en las fórmulas de excel, dejando de sumar en su muestra a Australia, Austria, Bélgica, Canadá y Dinamarca, países todos ellos con altas tasas de endeudamiento y fuertes ratios de crecimiento
  3. Ponderaron de manera sesgada y caprichosa los países, como dice Luis Garicano en Nada es gratis redujeron a una simple observación series históricas de datos de muchos años en los que se daba deuda excesiva, alegando que les «interesaban más los episodios que las situaciones individuales», de esta extraña forma eliminaban países con deudas elevadas constantes e incluían otros que tenían picos de deuda elevada. Como dice el catedrático español de la LSE «no es forma de hacer trabajo empírico».
  4. No se dieron cuenta de sus errores porque no lo revisaron adecuadamente debido a que no hay nadie por encima de ellos que se atreva a revisarles y toserles.

Recordemos de nuevo que la conclusión era: «deuda por encima del 90% sobre el PIB = crecimiento negativo». Ok, pues veamos qué es lo que pasa si incluimos correctamente todos los países, en todas las épocas y los ponderamos de igual forma.

Como observamos en el cuadro de The Washington Post, el efecto es que solo baja un 1% y en ningún caso es negativo. Según Rogoff-Reinhart un país con una deuda/PIB por encima del 90% crecía un -1%, según la realidad y los economistas que trataron de replicar sus resultados sin éxito, crece un 2,2%.

¿Cómo pueden utilizar excel dos investigadores de su talla?

El problema que surge de la tabla excel en su uso habitual es que no deja rastro de los cambios que vamos realizando, de forma que cuando borramos esta celda, quitamos la fórmula de aquella, pegamos como dato en esta, ocultamos esa columna y sumamos, existe una alta probabilidad de cometer un error sin posibilidad de saberlo, en concreto una asombrosa alta probabilidad del 88%. El 20 de abril MarketWatch sacaba un artículo donde exponía que cerca del 90% de las hojas excel contienen errores, un análisis realizado en 2008 en base a múltiples estudios sugiere esto. Así lo explicaba Ray Panko, profesor de tecnologías de la información de la Universidad de Hawaii y una autoridad en las buenas y malas prácticas de la utilización de hojas de cálculo; «en hojas de cálculo extensas, con miles de fórmulas habrá docenas de errores sin detectar». El propio Microsoft dice que hay cerca de 1 billón de usuarios en el mundo, por eso Panko afirma que «los errores en las hojas de cálculos son pandémicos».

La famosa hoja de cálculo

Por esta razón los errores en las hojas de cálculo no solo afectan a pequeñas variaciones o defectos en los balances de las pequeñas y medianas empresas, también hay que incluir a las grandes empresas, pero esto no es lo peor, el problema es que las políticas fiscales monetarias de las instituciones también pueden tener errores y pueden aplicar políticas erróneas, como la derivada del trabajo de Rogoff-Reinhart.

Estos errores son posibles porque, así como en un documento word, pdf o ppt vemos los fallos si es que los hay, en una excel no vemos los fallos al presentarlos, y en esta dinámica muchas plantillas no se revisan correctamente. Esto es así, es un hecho. Si ves en tu hoja word que se corta un párrafo por la mitad lo ves en seguida, pero en una excel no y además como no se ve de primeras no se revisa tanto.

Además como apuntan los investigadores en economía que utilizan programas como Matlab, Stata, R, SAS, Spss y otros parecidos, al no tener que programarlo no se ven las trazas o rastros de lo que haces (es cierto que puedes programar en basic pero los usuarios de excel rara vez saben hacerlo). A los investigadores les resulta escandaloso utilizar excel para investigar, debe haber sido vergonzoso para Rogoff y Reinhart que se sepa este punto.

La ideología nuevamente se adueña de la ciencia independiente

Opino una vez más lo que he sostenido en el libro que acabo de publicar,

  1. que una afirmación por ser matemática no te asegura que sea coherente y se corresponda con la realidad,
  2. que los planteamientos que siguen la ciega ortodoxia lo único que consiguen es afirmar que las hipótesis iniciales son correctas pero no acaban en una conclusión, porque toda la construcción que se ha elaborado ha ido encaminada a reafirmar que las preimsas iniciales son ciertas (se correspondan con la realidad o un mundo imaginario en la dimensión n) y
  3. que los intereses partidistas la deforman en su propio beneficio y que lo que pretenden mostrar nada tiene que ver con la realidad.

Que exista cierta correlación entre endeudamiento y crecimiento más lento no asegura que una sea la causa de la otra, es más, algunos apuntan a la causalidad inversa (que los países sin posibilidades de endeudarse crecen muy lento). El modelo es tan simple, que no se puede afirmar bajo ningún tipo de certeza que una cosa cause la otra o viceversa.

En este caso los autores llegaron a una solución que deseaban con un sesgo consciente o inconsciente (yo creo que inconsciente, no tiene sentido que se jueguen el prestigio unos eminentes economistas que disfrutan de sus últimos años laborales en un lugar como Harvard por un recensión en una revista a un libro que acaban de publicar), y los políticos han tomado el estudio como escudo empírico que justifique sus actuaciones que nada tienen que ver con el propio estudio. Hablamos de Olli Rhen (ministro de asuntos económicos de Europa), la canciller Angela Merkel, Wolfgang Schauble (ministro de economía alemán) y los países del norte.

El terrible problema es que esto está causando estragos, está dañando economías enteras. Siguiendo los indicadores que ha sacado Funcas sobre la actualidad y previsiones para 2014, España tenía el % de deuda más baja de toda Europa en 2008, no nos superaba ni Alemania… y a final de 2014 estaremos por encima del 100% con las políticas austericidas. Históricamente hemos sido un país con bajo endeudamiento.

Cierto es que en España tenemos un problema añadido; un aparato administrativo monstruoso y una clase política deleznable e inútil. Porque en una cosa sí que tienen razón los alemanes y la comisión europea: no se puede vivir de la deuda y el despilfarro, y de eso aquí sabemos más que nadie. Desde Europa no nos dicen que subamos impuestos, nos dicen que hay que ajustar el presupuesto, que es algo totalmente diferente; el problema es que los ajustes, en lugar de aplicarse al gasto improductivo, como las duplicidades en la administración, casi dos millones de asesores y funcionarietes puestos a dedo que no saben hacer la “o” con un canuto y cobran una pasta, empresas públicas deficitarias sin un objeto social, subvenciones millonarias que no sirven para nada, opacidad de partidos políticos y sindicatos…. en lugar de eso estos gastos se han dejado intactos(de hecho se están aumentado) y en lugar de ello se han subido todos los impuestos al sector privado y familias hasta ahogarlos, están desmantelando elementos del estado de bienestar básicos a los que van dirigidos esos impuestos, bajando pensiones a abuelas que viven en el límite de la pobreza y se les ha cortado el crédito porque se lo queda todo el estado y los bancos mediante el crowding out. La diferencia entre una y otra es lo que estamos experimentando.

En este punto el principio de austeridad tiene su legitimidad, pero siempre que sea una austeridad racional…. en España estamos aplicando la austeridad irracional. Es lo que nos va, está en nuestra genética mediterránea.

De todas formas los autores del famoso paper han contestado que efectivamente se equivocaron, pero que ellos no hablaban sobre la causalidad sino sobre la correlación, y la sorprendente es que diversos sectores de la izquierda americana han dicho que la revelación de este fallo no tiene nada de importancia, ya que las decisiones de recorte y austeridad criminal estaban tomados de antemano. Es lo que sostengo yo también aquí, y en este sentido rompo una lanza en favor de Rogoff y Reinhart y de la profesión económica en general; aunque su artículo fue una auténtica chapuzada indigna de unos profesionales de su talla, un error tonto y de principiante, su artículo no es el responsable del devenir económico, sino las decisiones interesadas y erróneas de políticos que persiguen sus propios fines. Los políticos responden a incentivos, no a certezas científicas y sus creencias son accesorios de cara al populacho como también lo fue este artículo.

Lo irónico y négramente cómico del asunto es que ni siquiera se trataba de un artículo serio, era un P&P de llamada, algo casi marginal que pretendía promocionar un libro y que no tuvo repercusión en el mundo profesional y de investigación. Me quedo con esta segunda lectura, el error tonto de sumar y algunas premisas personales ya se han detectado y además era un estudio privado, se trata de un tema secundario, sin embargo la Comisión Europea lo citan en numerosos informes y siguiendo las pautas que he mencionado.

No obstante hay que decir que España nunca ha tenido un 90% de deuda/PIB hasta este año que la rebasaremos, por lo tanto no tiene sentido este trabajo sobre las políticas de austeridad sobre nuestro país. Ahora huyen de este paper como de la peste, pero como han mostrado en este blog del diario Expansión, en Europa se ha citado de forma constante.

Resumen de citas del artículo

Resumen de citas del artículo

De las siete Previsiones Económicas de la Comisión Europea desde 2010 (Economic and financial affairs), año que se publicó el paper de Rogoff-Reinhart, sólo en una no se ha citado ni el estudio, ni el libro de Reinhart y Rogoff, ni el nivel de deuda pública del 90% del PIB como referencia. Se encuentra resumido en el cuadro adjunto.

Recordemos la carta que envió Olli Rhen a los miembros del Eurogrupo, el Banco Central Europeo, y ECOFIN, se referenciaba directamente en las conclusiones del mismo:

«Está ampliamente reconocido, basándose en investigaciones serias, que cuando los niveles de deuda pública suben sobre el 90% tienden a tener un impacto negativo en el dinamismo económico, que se traslada en bajo crecimiento para muchos años»

Conclusión: los incentivos políticos guían las decisiones políticas y buscan respaldo en cualquier artículo o pseudorealidad que amparen una decisión previamente tomada, y por lo tanto el debate sobre austeridad y crecimiento desde este punto de vista es un debate vacío; no se trata de economía, se trata de política y de intereses.