La opinión contraria: pensar contra la caja

Opinión contraria: pensar contra la caja

Charles Mackay, un periodista escocés, publicó en el año 1841 una obra poco conocida fuera del ámbito de la inversión especulativa pero fundamental, se titulaba «Extraordinary Popular Delusions and the Madness of Crowds» que se ha traducido al español como «Delirios populares extraordinarios y la locura de las masas», en el que narra los tres primeros y famosos sucesos de fiebre y ruina especulativas que se dieron en su tiempo; la fiebre de los tulipanes, el proyecto Misisipi y la South Sea Company. Es el primero que escribe sobre las burbujas financieras y psicología de masas. Describe cómo decidían y actuaban las personas, comprando activos —financiero o no financieros— que se revalorizaban rápidamente hasta el absurdo y la posterior ruina de la mayoría de ellos. Lo fundamental del libro es que sigue vigente en nuestros días, cómo nos dejamos arrastrar por la opinión de la mayoría hasta la «locura de las masas».

Sentimiento de mercado = opinión mayoritaria

El primero que lo aplicó a los mercados financieros fue Humphrey B. Neill en los años 50. En su conocido libro «The art of contrary thinking» explicaba por qué la mayoría está equivocada en los puntos de inversión importante; debido a que los precios son fijados por la multitud y cuando esa multitud se ha hecho compradora ya no quedan suficientes compradores para mantener la tendencia alcista. Por vez primera vemos el concepto de opinión contraria. Como su aplicación práctica funcionaba, se comenzaron a hacer encuestas a los redactores de las cartas de los consejos de las empresas cotizadas. Esto es lo que hizo Abraham W.Cohen, un abogado de Nueva York que en 1963 lanzó un servicio llamado Investors Intelligence para seguir las opiniones de los redactores de cartas. Cuando la mayoría de ellos se hacían compradores el vendía y viceversa. Un año más tarde James H.Sibbet lanzó el servicio de asesoría Market Vane, mediante el cual hacía la mismo que Cohen pero además ponderaba las opiniones en función del número de suscriptores de cada uno de ellos.

Esto que se aplica al mundo económico de la inversión, también deberíamos aplicarlo al mundo económico de la información y en general a la formación de la propia opinión. Los inversores «contrarian investing» detectan en qué momento se ha ido «del punto de equilibrio» la opinión convencional y encuentran una oportunidad de inversión, porque ese desequilibrio tiene que corregirse. Evidentemente lo complicado es saber identificar este momento, pero la premisa básica es desarrollar una metodología propia con independencia de lo que diga la mayoría. En cuanto a la formación de nuestra opinión sobre una situación como puede ser la económica o el estado de las cosas en general —por ejemplo la opinión y valoración de la actuación política—  debería seguir esa lógica, en este caso la metodología propia es el desarrollo del criterio personal.

Los medios de comunicación tienen su editorial, que marca la línea de publicación con los filtros que conforma, a eso hay que añadir que sufren una crisis económica brutal. Su supervivencia depende de la gran banca, actores económicos, políticos y sociales con mecanismos de presión y favores de otro tipo. Ellos moldean en buena medida nuestra opinión y la realidad que cuentan puede estar distorsionada. Esa distorsión moldea la opinión de grandes grupos de personas, de multitudes. 

La llamada economía del comportamientobehavioural economics— y las finanzas conductualesbehavioural finance— estudian cómo afectan los factores psicológicos, sociales, cognitivos y emocionales a las decisiones económicas y sus efectos en los precios y la asignación de recursos. Una parte importante se centra en estudiar la forma en que las decisiones individuales y en su conjunto —de mercado— son conducidas por la opinión pública y la influencia que tienen las estrategias del poder político, que tienen su propios intereses —Teoría de la elección pública—. Esto es igual para el poder económico y el poder de los mass media.

El principio de opinión contraria puede hacerte ver ese desequilibrio y poner los pies en el suelo.

 

Las cinco reglas de los contrarian investors

Tener una opinión contraria, y más en el mundo del dinero, es complicadísimo. Eres el raro de la clase. Por eso es tan lucrativo; tomas un riesgo elevado. Estas son las reglas que siguen los inversores de opinión contraria:

1. Cuando leas algo en los periódicos y noticias, ya ha pasado y es demasiado tarde.

2. Compra cuando todos quieren vender y vende cuando todos quieren comprar.

3. Nadie ve una burbuja cuando sus ingresos dependen de ella.

4. No te bases consejos y opiniones de otros ni creas en las investigaciones a las que hacen referencia.

5. Lo que es obvio para ti no es obvio para otros.

 

Think against/out the box: la importancia de pensar contra la caja (y fuera de ella)

Cuenta Daniel Lacalle en su libro «Nosotros, los mercados» que cuando le contrataron en el hedge fund estadounidense Citadel —uno de los más grandes del mundo, con activos gestionados por valor de 20,5 billones de dólares, el equivalente al PIB de paises como Chipre, Bolivia o Paraguay— fue una sorpresa inesperada, ya que era mayor y tenía menos experiencia que los otros candidatos. Posteriormente se enteró que fue debido a lo que los estadounidenses llaman «think against the box«; buscaban a alguien que pensara en contra de lo establecido.

En palabras del autor:

«En muchos casos, la carrera de economista, el máster típico, no ayuda porque las escuelas existentes se centran en la ortodoxia y en una visión uniforme y consensuada, casi diplomática de la economía. Tener éxito en un fondo de estas características requiere pasión por la economía, pero no ortodoxia ni análisis tradicional, y mucho menos estar de acuerdo con la opinión mayoritaria. Exige ver las cosas desde un punto de vista único, original, y cuestionar el status quo. (…) Por eso tienen tanto éxito los que vienen de fuera de la economía tradicional pero sienten pasión por ella, pues son personas que analizan y estudian las cosas con enorme detalle pero desde un punto de vista objetivo, único e independiente. Se trata de saber cuestionar las valoraciones de consenso, atacar con argumentos los dogmas y saber arriesgarse»

Creo que no se puede explicar mejor lo que significa formarse un criterio propio y las consecuencias positivas reales de ello. Pensar contra la caja, de forma contraria a la mayoría, es pensar de forma original. El criterio propio es único.

La fuerza de esto es impresionante. Una persona con criterio, con capacidad de desarrollar un criterio contrario al establecido con argumentos objetivos, es una persona autónoma que decide de forma totalmente libre y muy difícil de engañar y ser arrastrada. Aunque es un camino difícil, muy difícil, navegar a contracorriente es duro e ingrato y en la mayoría de las ocasiones te sientes en tierra de nadie; liberal para los de pensamiento intervencionista, socialista para los liberales, institucionalista para los de la derecha, demasiado a la derecha para los de la izquierda… y así sucesivamente, porque por suerte no te encuentras en ningún grupo y siempre discutirás con todos.

Es la espiral del silencio que rescato en mi libro «Despierta», una teoría de Elisabeth Noelle-Neuman —una socióloga alemana— desarrollada en los años 70, en la que explica la interacción entre la opinión pública —el consenso— y el individuo; las personas ajustamos nuestra opinión personal a la de la mayoría y por medio del silencio de nuestra opinión nos adaptamos a esa mayoría. Es nuestra manera de adaptarnos a la comunidad.

“El individuo es testigo de una lucha entre posiciones opuestas y debe tomar partido, puede estar de acuerdo con el punto de vista dominante, lo cual refuerza la confianza en sí mismo y le permite expresarse sin reticencias y sin correr el riesgo de quedar aislado frente a los que sostienen puntos de vista diferentes. Por el contrario, puede advertir que sus convicciones pierden terreno; cuanto más suceda esto, menos seguro estará de sí y menos propenso estará a expresar sus opiniones. (…) en una opinión polarizada uno se afirma cada vez con más frecuencia y con más seguridad; al otro se lo escucha cada vez menos. Los individuos perciben estas tendencias y adaptan sus convicciones en consecuencia. Uno de los dos campos presentes acrecienta su ventaja mientras el otro retrocede. La tendencia a expresarse en un caso, y a guardar silencio en el otro, engendra un proceso en espiral que en forma gradual va instalando una opinión dominante”.[1]

Los medios de comunicación de masas representan la fuente más importante de observación de nuestro entorno con que contamos para enterarnos de cuáles son las opiniones que encuentran la aprobación de la sociedad y cuáles las que conducen al aislamiento.

Por eso existe un «consenso de mercado» y casi todas las recomendaciones son «compra, compra» y no «vende que esto se pone feo» o «las cosas están mal y existe peligro» y por eso parece que las crisis no las ha visto nadie ni se han podido prever y evitar. Esto es mentira. Los analistas ven las crisis, ven los peligros, ven los problemas venir, ven los riesgos y conocen las probabilidades de que se vaya todo al «garete». Pero el consenso, la presión de determinados clientes, instituciones, poderes fácticos y filtros que condiciona a toda la cadena de análisis y publicación hacen que se silencien las malas noticias, las malas recomendaciones, lo que no se quiere oír. Es la espiral del silencio que sufren las editoriales de los medios de comunicación cuando tienen que hablar mal de algo relacionado con un cliente publicitario, un accionista, un prestamista o el gobierno de turno, es la espiral del silencio de los analistas de mercados financieros cuando van a publicar algo en contra de los intereses de un cliente, es la espiral del silencio de… aquellos con autonomía que quieren opinar algo en contra del status quo establecido, de lo conveniente, de lo alimentado en base a intereses.

Gracias a la apertura de las tecnologías de información como internet y todos sus desarrollos, y la consecuente bajada de las barreras de entrada, esto está cambiando poco a poco. Al menos existen personas que lo pueden hacer, a través de blogs personales, webs independientes y publicaciones que no dependen de nadie, que no dependen de la subvención del gobierno, de la ayuda o el ingreso publicitario de un gran banco.

Como dice el economista Luis Garicano sobre su etapa como editor del blog Nada es gratis; «No hay nada más importante que la independencia: no vale la pena escribir si no es para escribir libremente lo que uno piensa».

[1] Noelle-Neumann, Elisabeth, La espiral del silencio. Opinión pública, nuestra piel social. Paidós Ibérica. Barcelona 2010.  

NOTA: De este y otros temas relacionados hablo detenimieno en mi libro Econblog.

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